LA BELLA CREACIÓN

Génesis 1:1-3
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.

La  creación  del  mundo  y  del  hombre

Algunos al leer las primeras páginas de la Biblia, tal vez se pregunten: ¿Cómo se formó este mundo? ¿Cómo surgió la vida sobre la tierra? ¿Qué nos la ciencia al respecto? ¿Hay contradicción entre la Biblia y la ciencia? Como cristianos creemos que el mundo y todo lo que en él se contiene, fue creado por Dios y que El es el Ser Supremo, inmanente y trascendente; pero, ¿cómo hizo Dios el mundo?

¿Qué dice la Biblia sobre la creación del mundo?

El hecho de que Dios creo el mundo es una  creencia básica de la fe cristiana. Esta creencia se basa en varios pasajes bíblicos pero mayormente en los capítulos 1 y 2 de Génesis, el primer libro de la Biblia. Confiamos que las narraciones sobre la creación del mundo son ciertas porque aceptamos que la Biblia es la palabra de Dios y que en ella hay autoridad. Así que podemos afirmar, mediante la fe en un Dios creador, que hay validez las palabras de Génesis 1:1 que dice: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra». Sobre la creación, la Biblia nos dice que Dios creó la luz; separó las aguas y creó los cielos y la tierra; formó los mares; creó el sol, la luna y las estrellas; ordenó a la tierra que produjera vegetación; creó todo tipo de animal y finalmente creó al hombre y a la mujer.

Es motivo de gozo y bendición poder compartir con tan distinguido público, temas tan trascendentales como lo es LA BELLA CREACIÓN, ya que esta es una manera preciosa de contemplar la grandeza de Dios, su multiforme sabiduría y soberanía absoluta. Es nuestra oración al Señor que esta exposición nos traiga como resultado un mayor convencimiento  de la grandeza de Dios, como también mayores motivos de gratitud, alabanza, adoración, obediencia y admiración profunda para con nuestro Creador.

EN EL PRINCIPIO

Juan 1:1-3
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

El evangelista comienza a describir al Verbo con relación “al principio». Es generalmente admitido que, con esta expresión, el evangelista evoca el pasaje de la creación en el Génesis. Lo que se confirma con las referencias y alusiones que hace en su estructura el cuarto evangelio. Toda la obra creadora que se describe en el Génesis, fue hecha por palabra creadora de Dios; es precisamente lo que aquí se va a decir del Verbo. Este “principio” es, pues, punto de referencia con relación al existir del Verbo. ¿Es un “principio absoluto” o relativo sólo al momento antes de la creación? Es una valoración absoluta. En el lenguaje bíblico, antes de la creación de las cosas no hay más que la eternidad de Dios. Por tanto, si en el “principio,” en la creación de las cosas, pues todas van a ser creadas por el Verbo, éste existía ya, es que no sólo es anterior a ellas, sino que es eterno.

I Juan 1:1 Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida.

El prólogo de esta epístola es solemne y majestuoso como el del cuarto evangelio y tiene estrecho contacto con él. El pensamiento central de ambos prólogos, la encarnación del Verbo, es el mismo. También presentan semejanzas en cuanto al fondo y a la forma. Ambos prólogos designan a Cristo con el nombre de Verbo = Logos; ambos comienzan con la expresión al principio; en los dos se da mucha importancia a la vida. El autor sagrado quiere hablar de Jesucristo como Verbo de Dios, el cual se encarnó por amor a los hombres. Vino al mundo con el fin de procurar la vida eterna a la humanidad. El apóstol va a revelar ahora a sus lectores este gran misterio. Lo que era desde el principio.

Hebreos 1:1-4 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;  el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.

Acabamos de citar cuatro argumentos básicos de la creación de todas las cosas.

1- En el principio creo Dios.

2- En el principio era el Verbo.

3- Lo que era desde el principio.

4- El que sustenta todas las cosas.

Estas son pruebas mas que suficientes para demostrar quien es el Autor de todas las cosas. Nos adentraremos por lo tanto en el tema de la creación con la plena certeza que la palabra divina nos dará, no solo plena luz, sino absoluta seguridad que todas las cosas provienen del Señor y Rey, razón por la que solo a El es debido todo honor y gloria.

Los rabinos veían en la Thorá una manifestación de Dios, y hasta asimilaban a la Sabiduría como personificación de este aspecto de Dios, pero no persona en su monoteísmo “cerrado.” Si el Verbo es Dios, ¿qué causalidad o qué mediación tiene el Verbo en la obra de la creación? En primer lugar hay que excluir que el Verbo sea causa “ejemplar” exclusivamente suya en la creación, ya que la causa ejemplar próxima de la divinidad en sus obras  es obra de la inteligencia divina. Y el Verbo ni tiene una inteligencia distinta de la divinidad. El pensamiento de Juan sobre esta causalidad de valorar en su ambiente bíblico. En la Escritura aparece un doble grupo de textos relativos a la obra creadora o eficiente de Dios. En unos se acusa la acción eficiente o causadora de Dios.

Acerca de nuevoamanecerglobal.

Desde Nuevo Amanecer Global compartimos enseñanzas y reflexiones para la edificación del creyente Cristiano, la mayoría de ellas de autoría del Pastor Gabriel Álvarez, quien dedico su vida a dictar conferencias en temas de familia, vida cristiana, liderazgo y teología en general.
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